Las Hermanas de San José de Tarbes
Su historia y sus obras

Su llegada a Venezuela
Las Hermanas de San José de Tarbes fueron llamadas para que se ocuparan de la salud por el gobierno del Presidente de la República Juan Pablo Rojas Paúl, quien envió una comisión a Francia que se reunió con la Superiora General en Cantaous el 25 de abril de 1889. Ellas atendieron al llamado y vinieron desde Cantaous, Francia; a Venezuela en 1889.
Las 18 primeras religiosas encabezadas por la Reverenda Madre Saint Simón, llegaron a La Guaira, Venezuela, el 13 de junio de 1889, en un barco llamado Canadá. Se instalaron en su primera casa en la Parroquia San Juan y su misión desde el principio gozó del apoyo de las autoridades del país. Por ello, al llegar se encargaron del Hospital de la Beneficencia y del de las Mujeres (hoy Hospital Vargas).

Su llegada a Venezuela
Las Hermanas de San José de Tarbes fueron llamadas para que se ocuparan de la salud por el gobierno del Presidente de la República Juan Pablo Rojas Paúl, quien envió una comisión a Francia que se reunió con la Superiora General en Cantaous el 25 de abril de 1889.
Ellas atendieron al llamado y vinieron desde Cantaous, Francia; a Venezuela en 1889. Las 18 primeras religiosas encabezadas por la Reverenda Madre Saint Simón, llegaron a La Guaira, Venezuela, el 13 de junio de 1889, en un barco llamado Canadá.
Se instalaron en su primera casa en la Parroquia San Juan y su misión desde el principio gozó del apoyo de las autoridades del país. Por ello, al llegar se encargaron del Hospital de la Beneficencia y del de las Mujeres (hoy Hospital Vargas).

La Venezuela del siglo XIX, una patria joven, recientemente independizada de la Corona Española y sacudida por la consecuente inestabilidad política,
social y económica
Después de la persecución organizada por el Gobierno de Guzmán
Blanco, que llevó al exilio a todos los religiosos y religiosas de la Venezuela
naciente, fueron las Hermanas de San José de Tarbes las primeras en pisar
nuestra tierra venezolana. Venían, como cosa curiosa, llamadas por otro
Gobierno: el del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl; con ellas se inicia una nueva
era en la Historia de Venezuela: Con ellas renace la Vida Religiosa en un
país hambriento de fe, de pan y de amor.



Venían a encargarse del Hospital Vargas, pero, en ese momento aún se encontraba en construcción; entonces, se hicieron cargo, de inmediato, de la Casa de Beneficencia, especie de Asilo Hospitalario para mujeres situada de Mercedes a Salas, en pleno corazón de Caracas; al poco tiempo, esta Casa se transformó en el conocido Puesto de Socorro de Salas. También tomaron bajo su responsabilidad, los Hospitales de San Pablo y del Hoyo.
La labor paciente y silenciosa, nacida del más puro amor que sólo Dios puede dar, se hizo pronto sentir entre los enfermos. El corazón del venezolano se abrió, acogedor, a esas mujeres que, si bien no sabían hablar su lengua, sí sabían amar, y eso era lo importante, porque el amor no necesita de palabras.
Actividades realizadas por las Hermanas a su llegada
La situación hospitalaria del país se encontraba desasistida de compasión y de amor al prójimo y para ello fueron llamadas. Rápidamente los venezolanos, al conocer de su trabajo hospitalario en Caracas las acogieron, por su gran labor y fueron extendiendo su labor hacia el Centro del país.
Tanto así, que la peste de viruela de 1898, la posterior peste bubónica y la gripe española que azotó al mundo, fueron
atendidas en Venezuela por las Hermanas, para entonces llamadas cariñosamente por el pueblo como “Hermanas de la Caridad de San José”, pues arriesgaron sus vidas por salvar la de muchos venezolanos, por poner su corazón al servicio de Venezuela, su niñez y sus pobres.
Fueron pioneras en lo que hoy se llama “labores humanitarias”.

Atendían con diligencia y amor todas aquellas urgencias de salud en una Venezuela que no había salido de la ruralidad, empobrecida por dos guerras cruentas, la de Independencia y la Federal. Ejercieron como enfermeras en el legendario Hospital Vargas y gracias a su labor tan eficiente y exitosa, las familias de Caracas les pidieron ir un poco más allá y dedicarse a formar a las jóvenes de la sociedad caraqueña.
Por ello, el 1 de marzo de 1891, se abrió en una casa particular contigua a la Iglesia de San Juan Bautista (donde ellas vivían y que aún se mantiene en pie en la Avenida San Martín, frente a la Plaza Capuchinos), el «Internado de San José de Tarbes», con una matrícula inicial de 13 internas.
¿Qué más hicieron las Hermanas al llegar a Venezuela?
Las necesidades de un país como la Venezuela de entonces, eran muchas, y ya, a los pocos meses de su llegada, les piden se encarguen,
también, de la educación de las jóvenes. ¿Cómo hacer para abarcar tanto?
Nuevos grupos de Hermanas se prepararon en Francia para venir, ellas también, a sembrar sus vidas en la fértil tierra venezolana. En menos de cinco años, llegaron a Venezuela más de ochenta religiosas francesas.
Gracias a las nuevas expediciones, las Hermanas de San José de Tarbes pudieron encargarse, además, de un Asilo de Huérfanas y del
Hospital de Valencia, del Hospital Vargas en Caracas, con más de quinientas camas, del Hospital de Barquisimeto, del Manicomio, en Caracas, del Leprocomio de Cabo Blanco, del Hospital San Juan de Dios en La Guaira, y de los Colegios de Valencia, Puerto Cabello, Barquisimeto y del Internado y Externado, en Caracas.
Las primeras Hermanas de San José de Tarbes, en Venezuela, trabajaron con tanto esfuerzo y abnegación, que, muy pronto, la naturaleza
cobró su parte: El clima, el trabajo agotador hizo estragos entre ellas; antes de los tres años de su llegada, falleció la primera religiosa de San José de Tarbes en Venezuela; dos años más tarde, muchas Hermanas fueron atacadas por la fiebre amarilla y cinco de ellas murieron muy jóvenes, llenas todavía de la ilusión de servir a los hermanos en tierra misionera.
Poco a poco, la misión de Venezuela fue adquiriendo aprecio y prosperidad Rápidamente, las Hermanas conquistaron la confianza, la admiración y la simpatía de todas las clases de la sociedad y la consideración y estima de los médicos.

Pero lo que conquistó, definitivamente, el corazón de los venezolanos fue el heroísmo llevado a la muerte de muchas de las Hermanas, en los momentos, tal vez más duros, que ha vivido nuestro país: Las epidemias que se desataron en los años 1898, 1909 y 1918 escribieron una página de dolor en nuestra Historia Patria, página que se tornó en gloriosa por la abnegación y la entrega heroica de las Hermanas de San José de Tarbes.
En Puerto Cabello, La Victoria y el Rincón del Valle, las Religiosas se encerraron en los degredos con los apestados, cercadas por
el cordón sanitario que las aislaba del resto del país; fue tal el amor heroico que desplegaron 1as Hermanas, que ya el pueblo no las conocía sino por el nombre de Hermanas de la Caridad de San José de Tarbes y, en reconocimiento a su servicio, el Gobierno, en nombre del mismo pueblo, les erigió el monumento que hoy se encuentra en el Cementerio General del
Sur.
Pero, hablar de San José de Tarbes en Venezuela, sin hablar de la Educación Tarbesiana, resultaría más que incompleto. Cuando, en 1891,
abrieron sus puertas los primeros Colegios Tarbesianos, se inició, también, una nueva era en la Historia de la Educación en Venezuela. La Educación impartida en un Colegio San José de Tarbes era y continua siendo una educación que se distingue, no sólo por su alta exigencia académica, por su orden y disciplina, por su peculiar caligrafía, sino que su cálida acogida a todos hace que un Colegio Tarbesiano sea una casa familiar, donde se respira cariño, ternura, cercanía. Las aulas son laboratorios de vivencia evangélica, donde se aprende a vivir en cristiano. Generaciones enteras de mujeres, de todos los estratos sociales, han pasado y pasan por los Colegios San José de Tarbes y, desde 1891 hasta hoy las Hermanas dan lo mejor de sí mismas, de sus vidas y de sus conocimientos y, aunando sus esfuerzos con un personal seglar comprometido con el ideal tarbesiano, se esmeran en hacer de los Colegios verdaderos centros de pastoral y de evangelización.

Desde un comienzo, la Congregación de las Hermanas de San José de Tarbes se encarnó en nuestro país, dio testimonio de solidaridad y de servicio a los más pobres y necesitados, supo captar la idiosincrasia del venezolano, le tendió la mano en momentos difíciles y dio respuesta a sus peticiones y necesidades…: SE HIZO VENEZOLANA CON LOS VENEZOLANOS…
Su rápida encarnación dio, muy pronto, vocaciones nativas, -ya en 1892 abrió su primer Noviciado- lo cual permitió que la gran mayoría de las Hermanas hoy sean venezolanas, con una formación recibida en el mismo país, impartida por venezolanas y desde nuestra realidad concreta. En una actitud de escucha y fidelidad a la Iglesia y a los lineamientos emanados del Concilio Vaticano II, y a la adaptación de los mismos en Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida, las Hermanas de San José de Tarbes buscaron, entonces, responder con una Vida Religiosa desde la perspectiva histórica de nuestro Continente y en referencia constante a sus orígenes.
Ello las llevó a la creación de nuevas comunidades insertas entre los más pobres, en zonas marginales de las grandes ciudades, desde donde propiciaron la participación y el compromiso comunitarios, promocionaron al pueblo, crearon grupos cooperativos, evangelizaron desde la perspectiva de su realidad y desde donde llevaron al pobre a la toma de conciencia de su dignidad como hijo de Dios y hermano de todos los hombres. La huella misionera de San José de Tarbes estuvo, también, entre los indígenas del Territorio Federal Amazonas, donde las Hermanas trabajaron con ilusión, alegría y entrega con las comunidades guajibas del sur de Puerto Ayacucho y, además, estuvieron al frente de la Escuela Intercultural “San José de Mirabal”.
La Educación Tarbesiana también ha experimentado cambios: para ser consecuentes con los lineamientos eclesiales, las Escuelas y Colegios de San José de Tarbes educan, hoy, desde la óptica del pobre; sus «LíneasFuerza», marco teórico-referencial de la educación tarbesiana actual, están impregnadas de un marcado acento por la justicia evangélica, el sentido crítico, la humanización, todo ello a la luz del conocimiento y de la vivencia del Dios-Amor y de la devoción a María y a San José.

A partir de 1996 las Hermanas de San José de Tarbes en Venezuela han querido extender su radio de acción evangelizadora y misionera. En
setiembre de ese mismo año, un pequeño grupo de Hermanas venezolanas se instalaron en México; hoy cuentan con una comunidad en el pueblo de Tejupilco… una comunidad en crecimiento, A principios del año 2002, una pequeña comunidad se estableció en
un barrio pobre en Itaberaí, en Brasil, gran país latinoamericano donde podemos encontrar también, las huellas misioneras de las Hermanas de San José de Tarbes.
Y así hemos querido continuar creciendo, y a pesar de la pequeñez de nuestros orígenes, hoy estamos felices de saber que San José de Tarbes continúa siempre con el Evangelio en el corazón, pretendiendo amar y hacer amar al Dios que nos ama.
Obras de las Hermanas en Venezuela

¿Dónde Estamos?
Avenida José Antonio Páez con calle Monte Elena, frente a la Avenida El Ejército, Urbanización El Paraíso, Parroquia El Paraíso, Municipio Libertador, Caracas, Distrito Capital.
Nuestro Horario
7:00 AM – 4:00 PM
Lunes a Viernes